domingo, agosto 06, 2006

El poder blando de las mujeres

Como a las siete de la tarde salí raudamente del departamento de un amigo. Estaba nervioso y necesitaba tomar aire. Mientras estábamos en su pieza había recibido una llamada de su polola que empezó bien y terminó mal. Cuando me di cuenta que el tono de la conversación iba subiendo, decidí salir de la pieza, era una de esas situaciones donde definitivamente el alma, el cuerpo, el sentido común, la consciencia y todo, absolutamente todo te dice que es mejor desaparecer. Quise hacerlo sin causar ruido. Me paré, tomé la manilla de la puerta, forcé y no pude abrila. Lo hice otra vez y nada, otra y otra. ¡Maldita puerta!, desgracidada! y no pude salir. A mi mente vinieron episodios del Jappening con Ja, Los Venegas, El teatro en su casa y todos esos programas donde suelen suceder chascarros como éste. Empecé a transpirar. Quise reirme y no podía. Mi amigo lidiaba una lucha cuerpo a cuerpo, sin trincheras contra la lógica y la emocionalidad femenina, esa que tarde o temprano hacen salir de sus casillas hasta al hombre más equilibrado. Cómo iba siquiera a esbozar una sonrisa, era una falta de respeto, me contuve. Me senté despacio, tampoco quería que se diera cuenta del rídiculo que estaba haciendo. Me devolví lentamente, me senté, lo miré, mi amigo estaba de espalda y me di cuenta que su cabeza se movía como cuando las palabras que dices son tan poderosas que generan una onda que mueve el pelo, el cuello, la espalda y todo el cuerpo. Junté fuerzas, me levanté y tiré nuevamente la jodida puerta hasta que se abrió y con ella una oportunidad de arrancar de esa pieza impregnada de esa enredada lógica sentimental femenina que tanto nos llena, que tanto nos atormenta. ¡ Por Dios que difícil entenderla, qué complicado aceptarla!
Como no quise seguir imitando al Jappening o Los Venegas y no quería seguir la típica escena, de una típica relación de amistad que sería: tomémonos un trago amigo para pasar las penas ( con olor a bar de mala muerte, a abrazos forzados y aliento de borracho), entonces decidí ir a comprar unas Donuts para compartirlas con el guerrero que ahora descansaba de la primera batalla. Malditos yanquis ,saben cómo conquistarnos. Esas masas rellenas con manjar, frutas o simples masas estaban espectaculares y creo haber alegrado un momento a mi amigo. Los norteamericanos son imperio no solamente por su poder militar, sino que también por su poder blando, ése que conquista nuestras mentes, nuestros gustos, modas, que cala lo más profundo de nuestro ser, sin violencia, disfrazado, para cumplir su objetivo. Igual como lo hacen las mujeres.

3 comentarios:

Anónimo dijo...

mmmmmmmmmmmmmmmmm, sin comentarios.

Anónimo dijo...

"Mi amigo lidiaba una lucha cuerpo a cuerpo, sin trincheras contra la lógica y la emocionalidad femenina, esa que tarde o temprano hacen salir de sus casillas hasta al hombre más equilibrado."

"(...) arrancar de esa pieza impregnada de esa enredada lógica sentimental femenina que tanto nos llena, que tanto nos atormenta. ¡ Por Dios que difícil entenderla, qué complicado aceptarla!"

"(...) decidí ir a comprar unas Donuts para compartirlas con el guerrero que ahora descansaba de la primera batalla."

Anónimo dijo...

gracias por el comentario, nada se compara con las donuts dice Ivonne. Y es verdad son maravillosas. Ella siempre me lleva a Puerto Montt, reitero, son maravillosas, igual que ella.