Independiente
del lugar desde donde miremos a la Iglesia Católica, todos sentimos que la
elección del Papa Francisco fue la mejor.
Ya sea porque haya obrado el Espíritu Santo o porque la sensatez y la
política hayan iluminado al Cónclave, no hay duda que el mundo reconoció que Jorge
Bergoglio era el hombre adecuado.
Este
cambio en el pontificado que hoy nos tiene tan contentos no es casualidad. Aquí hubo un hombre con visión y humildad que
dejó su cargo porque supo interpretar el signo de los tiempos. Un hombre que
desde sus nuevos aposentos en la residencia de Castelgandolfo, habrá observado tranquilo y
reposado cómo la espiral de hechos desatada por su reflexión se encarnaba en el
cardenal argentino. No hay duda que Joseph
Ratzinger es el principal autor de la historia que hoy se empieza a escribir en
el Vaticano, una historia que con su nuevo líder ya deja ver algunos cambios.
Durante
esta semana ya pudimos escuchar algunas frases que nos dan señales del estilo del
Papa. “Hagan caridad en vez de ir a Roma” le dijo a los argentinos, “Si no profesamos a Jesucristo, seremos como
una ONG piadosa”, le dijo a los cardenales.
Así de claro habla el Papa Francisco. En su pontificado habrá menos
citas de encíclicas y más sentido común, menos ejemplos de ciudades bíblicas y
más denuncias de urbes actuales; y es probable que las críticas a la sociedad con
tonos suaves y conciliadores sean reemplazados por enérgicas y directas
interpelaciones.
Que
no nos quepa duda que durante este pontificado estaremos frente a un gran
comunicador. Sus primeras palabras y gestos en el balcón de la Santa Sede dejaron
claro que las multitudes no lo asustan.
Francisco, es de rostro tierno y sonrisa fácil, comunica con sus manos y
habla con seguridad, todo un orador. Sólo
por citar dos momentos en que el Papa conquistó el alma de muchas personas en
el mundo: la solicitud para ser bendecido por el pueblo y su deseo de hacer de
su pontificado un camino de a dos, pastor y pueblo. Sencillamente magistral.
Habrá
también novedades respecto a los símbolos papales. Signos y tradiciones que alejaban a las
personas de la Iglesia por representar riqueza y poca humildad irán pasando a
un segundo lugar, por lo tanto, no nos debería sorprender que se repliquen
estos ejemplos en cardenales y otras autoridades eclesiásticas.
Finalmente,
si algunos piensan que veremos reformas profundas en materia de celibato,
ordenación de mujeres y aceptación del matrimonio homosexual, están muy
equivocados. El Papa podrá ser jesuita,
latino y argentino, pero no es político,
asique mantendrá con firmeza las convicciones más profundas de la Iglesia
Católica aunque las encuestas no lo acompañen.
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