sábado, agosto 26, 2006

¿Quién ha dicho que no hay OVNIS en el Cajón del Maipo?


En torno a la borgoña, vinito tinto, cebollita, huevito y papas fritas, tuve un bonito encuentro con tres de mis grandes amigos. El ambiente era especial, la señora que nos atendió en la mesa tenía un serio problema en la cara, no pudimos saber si era por una enfermedad o porque se tomaba las sobras de los vasos. En las paredes, miles de frases, nombres, palabrotas, corazones, fechas y todo eso. Entre papa y papa, recordaba algo de mis amigos allí presentes. Uno de ellos, no encontró nada mejor que hacerse amigo de una perrita, ella cuidaba la casa donde vivíamos, pero no hacía distinción entre los amos y los de afuera, sencillamente mordía a todos. Luego ella murió y le dio cristiana sepultura. La lloró y la lloró. Otro de mis amigos, me decía que quería viajar y ser gordo, pues bien, hoy está usando su segunda libreta de pasaporte y tiene guata. Y al tercero lo veía pedir pancitos o cafecito para alimentarse y hoy es un pequeño empresario, poderoso y refinado. Nos acompañaban dos hermosas mujeres, modernas, trabajadoras y estudiosas...peligrosamente modernas. Entre papa y papa, pensaba -en este grupo hay un felizmente casado, un eterno pololo, un separado y un soltero. Un veterinario, un empresario, un abogado y un periodista- parece ayer cuando comíamos grasuela, nos duchábamos con agua fría y bailábamos en la Stom. Al verlos me sentí muy orgulloso de ellos y me di cuenta que a pesar de los años seguimos siendo, en esencia, los mismos. Pero algo nos dijo que no era momento de irse para la casa, asique luego de la tóxica chorrillana se nos ocurrió ir al Cajón del Maipo. Era la una de la mañana y seguíamos viajando, la idea era ir a ver las estrellas y si teníamos suerte, algún OVNI. De repente se me ocurrió ver la cara de extrañeza de las bellezas que nos acompañaban y me introduje en sus delicadas mentes. Allí me encontré con un tremendo cartel que decía: "Estos tipos están locos". Me imagino que estaban pensado lo típico de la pareja cuando se ve obligada a hacer algo que jamás hubiese hecho sola. Sigilosamente volví a leer la mente de una de ellas y había otra pancarta que decía: "Las tonteras que tengo que andar haciendo". Pero bueno, allí estábamos. No era lo entretenido del panorama lo que realmente nos convocaba, sino únicamente las ganas de estar juntos, el deseo de querer retroceder en el tiempo y creer que todavía estábamos en alguna pieza de la Rucc tomándonos un café.
De cierta manera sí vimos un OVNI. Uno que nos llevó por un rato al pasado y luego nos dejó caer. Comenzamos a bajar. Al otro día era domingo y bueno, ya saben cómo es el domingo: Una tormentosa espera del latoso lunes.

viernes, agosto 18, 2006

Hombres de Dios con una gran descendencia

Faltaban quince minutos para las cuatro de la tarde cuando crucé las rejas de la Iglesia de San Miguel. La Familia Marianista se reunía como todos los 15 de agosto para celebrar la Asunción de la Virgen María y para renovar las promesas de los laicos consagrados. En la entrada del santuario, pude divisar cuatro sujetos de túnicas blancas que con sonrisa amplia y como buenos patrones de fundo, saludaban a sus invitados. No, no era Gandalf y sus amigos, ni la Liga de la Justicia, tampoco ángeles bajados del cielo; eran los curas marianistas. Los observé por un momento, su risa no podía ocultar el cansancio y el paso de los años, pero era lo suficientemente expresiva como para deducir que estaban contentos. Después de 30 años de trabajo pastoral en Chile, pensé que más de algún chileno debiera representarnos en ese comité de bienvenida. Había sólo uno. Recordé tantos consejos y enseñanzas que había recibido de algunos de ellos. Reflexioné respecto a los cojones para abandonar sus nobles hogares europeos y venir a evangelizar al fin del mundo y ¡ por Dios, me cuestioné si yo podría haber formado parte de ese grupo. Traspasé las puertas del templo. Estaba repleto. Caras conocidas, saludos y abrazos. De pronto pude entender la alegría de los sacerdotes. La Misa estaba a punto de comenzar. La procesión era encabezada por ellos y detrás los seguían 43 laicos dispuestos a asumir un compromiso con Dios y la Virgen. Recién ahí entendí todo. Recién comprendía el motivo de la sonrisa de los curitas. Son tiempos de laicos, más que de religiosos y en este proceso de cambio, los marianistas han realizado un trabajo profundo, a conciencia, perseverante. Trabajo que bien vale una gran sonrisa.

martes, agosto 08, 2006

Mi tata y mis soldados de juguete

Guardo desde pequeño unos VHS donde solía grabar las paradas militares que transmitían desde la TV. Siempre me han gustado las marchas y la disciplina militar, pero sobre todo la marcialidad con la que desfilan los soldados. Mi abuelo Lucho me llevaba todos los domingos a ver el izamiento de la bandera a la Plaza de Punta Arenas, que tenía como protagonista a una banda de las fuerzar armadas y un pequeño escalafón de suboficiales. Luego empecé a coleccionar soldaditos de juguete, muy pequeños, de todos los colores. Luego sus tanques, banderas, barcos, aviones y todo lo que necesita un buen soldado para la batalla. Después me di cuenta que me gustaba desfilar, era el primero en ofrecerme para representar al colegio para el 21 de mayo o el 18 de septiembre. Cuando mi papá me llevaba al colegio por las mañanas, pasábamos por el edificio de la Intedencia y veía todos los días a mi tata izando su bandera en el frontis de aquel lugar. Con viento, lluvia o nieve él estaba religiosamente cumpliendo su deber. Izaba también su bandera, perfectamente planchada, en nuestra casa; para los 21 de mayo, 18 de septiembre y también para los 11 de septiembre. Hizó también en muchas ocasiones la bandera de la Región de Magallanes, antes que fuera tan famosa como ahora. Mi tata fue siempre un amante de su región y de su patria.
Actualmente en la cabecera de mi cama cuelga una bandera de la República Independiente de Magallanes y tres cuadros de Punta Arenas regalados por él. Al lado conservo su foto y en mi casa guardado bajo cinco llaves, con prohibición absoluta de ser transferidos, transmitidos o heredados...mis soldados de juguete.
Es increíble cómo hasta el día de hoy reconozco a mi tata en mi vida, en mis gustos, intereses y pasiones. Hoy se cumplen 10 años desde su partida. Triste por lo inesperada, aceptable por lo tranquila. No tuve la oportunidad de verlo cuando se fue, estaba a 3000 km de distancia. Sólo lo recuerdo diciéndome adiós con su mano, despidiéndose cuando me marchaba al aeropuerto. Cada vez que quiero recrear en mi mente lo que tienen que haber vivido en mi casa esa noche que se fue, siento que me lo prohibe, porque ¿ qué es más importante, todos los días domingo que fuimos a ver el desfile o el par de minutos que dura el paso de la vida a la muerte? Lógicamente los días domingo en la Plaza de Armas de Punta Arenas al son de las marchas militares.
Te quiero tata, un abrazo.

domingo, agosto 06, 2006

El poder blando de las mujeres

Como a las siete de la tarde salí raudamente del departamento de un amigo. Estaba nervioso y necesitaba tomar aire. Mientras estábamos en su pieza había recibido una llamada de su polola que empezó bien y terminó mal. Cuando me di cuenta que el tono de la conversación iba subiendo, decidí salir de la pieza, era una de esas situaciones donde definitivamente el alma, el cuerpo, el sentido común, la consciencia y todo, absolutamente todo te dice que es mejor desaparecer. Quise hacerlo sin causar ruido. Me paré, tomé la manilla de la puerta, forcé y no pude abrila. Lo hice otra vez y nada, otra y otra. ¡Maldita puerta!, desgracidada! y no pude salir. A mi mente vinieron episodios del Jappening con Ja, Los Venegas, El teatro en su casa y todos esos programas donde suelen suceder chascarros como éste. Empecé a transpirar. Quise reirme y no podía. Mi amigo lidiaba una lucha cuerpo a cuerpo, sin trincheras contra la lógica y la emocionalidad femenina, esa que tarde o temprano hacen salir de sus casillas hasta al hombre más equilibrado. Cómo iba siquiera a esbozar una sonrisa, era una falta de respeto, me contuve. Me senté despacio, tampoco quería que se diera cuenta del rídiculo que estaba haciendo. Me devolví lentamente, me senté, lo miré, mi amigo estaba de espalda y me di cuenta que su cabeza se movía como cuando las palabras que dices son tan poderosas que generan una onda que mueve el pelo, el cuello, la espalda y todo el cuerpo. Junté fuerzas, me levanté y tiré nuevamente la jodida puerta hasta que se abrió y con ella una oportunidad de arrancar de esa pieza impregnada de esa enredada lógica sentimental femenina que tanto nos llena, que tanto nos atormenta. ¡ Por Dios que difícil entenderla, qué complicado aceptarla!
Como no quise seguir imitando al Jappening o Los Venegas y no quería seguir la típica escena, de una típica relación de amistad que sería: tomémonos un trago amigo para pasar las penas ( con olor a bar de mala muerte, a abrazos forzados y aliento de borracho), entonces decidí ir a comprar unas Donuts para compartirlas con el guerrero que ahora descansaba de la primera batalla. Malditos yanquis ,saben cómo conquistarnos. Esas masas rellenas con manjar, frutas o simples masas estaban espectaculares y creo haber alegrado un momento a mi amigo. Los norteamericanos son imperio no solamente por su poder militar, sino que también por su poder blando, ése que conquista nuestras mentes, nuestros gustos, modas, que cala lo más profundo de nuestro ser, sin violencia, disfrazado, para cumplir su objetivo. Igual como lo hacen las mujeres.