miércoles, junio 13, 2012

Nadie sabe para quién trabaja


A los que pensamos que un segundo Gobierno de la Coalición sería lo mejor para Chile, la nueva presidencia del senador Quintana en el PPD nos viene muy bien.  Es un político cuyo liderazgo divide y que desea llevar a la desorientada Concertación a la orilla izquierda del mapa político.


El rotundo “no” que Quintana dio al presidente del Senado para dialogar con el Gobierno, desnuda por completo su ideario político: confrontación, crítica y negación al Ejecutivo.  Un típico político de ligas menores, de esos que aún no pueden superar la pérdida del poder, de esos que harán lo imposible para que al Gobierno le vaya mal, aunque sepan que se están haciendo todas las cosas que ellos no hicieron.


Cuando un presidente de partido declara queun diálogo que simplemente permite que el gobierno termine bien su período, no es un diálogo que le sirve al país, uno puede entender por qué las personas desmerecen tanto a sus políticos.  Pero bueno, Quintana es ahora un problema de la izquierda y ellos tendrán que rendir cuentas sobre sus acciones y omisiones a la ciudadanía.


Por lo pronto, la Coalición debiera observar atentamente los movimientos de este señor que, empoderado y con los medios a su disposición, disparará a discreción cuando tenga la oportunidad; tal como lo hacen los inexpertos cuando tienen una cuota de poder.  


Los chilenos están ahora más informados que antes y si bien desprecian a sus políticos, siempre están atentos a lo que dicen y hacen.  A la gran mayoría de los chilenos les gusta los acuerdos y la mesura en la política.  Y por mucho que algunos griten, golpeen, denuncien y protesten,  el chileno medio prefiere y agradece la sensatez y desprecia a los salidos de madre.  


Esto es lo que la Coalición debe aprovechar.  Esperar a que  Quintana logre un vuelco a la izquierda, logre alejar a la DC, para que de esta forma los ciudadanos puedan comprobar que, por ahora, la Concertación no tiene un proyecto político, sino que se ha transformado en un depositario de  resentimiento, confusión, división y devoción a un pasado que no les permite ser una opción política seria.