jueves, junio 29, 2006

Alan García, un extraño sentimiento de seguridad

Después de soportar las jugarretas y faltas de lealtad de Kirchner, expresadas hace ya un año cuando trapeó el suelo con los acuerdos que aseguraban el suministro de gas a Chile y ayer, cuando se comprometió con Bolivia a no ceder ni una gota del gas que les compraran. Luego de aguantar que el señor Toledo y el señor Morales no se cansaran de justificar sus ineptitudes políticas y falta de visión, queriendo tapar los errores de sus añejos proyectos políticos con reclamos de mar y tierra. Después de todo esto, pareciera que el nuevo presidente de Perú nos dará un pequeño respiro (quién lo iba a pensar). Sé que el señor Alan García fue una verguenza para su pueblo y latinoamérica cuando fue mandatario, pero me atrevería a decir que el tiempo que estuvo fuera del poder le sirvió para repensar el Perú e integrarlo al mundo actual. Estos es, el mundo de la globalización, de la competencia leal, de las relaciones cordiales, de la mirada hacia el futuro, de las alianzas estratégicas. Con valentía vino a Chile y dijo que se terminaba la lucha del pacífico y se iniciaba la luchar por el pacífico, señaló que competiría de igual a igual por la inversiones asiáticas y por la construcción de un megapuerto. Alabó el modelo politico-económico chileno y dejó claro que la mirada estará puesta en el futuro y no en el pasado.
Qué pena por el señor Chávez, que desde su bastión petrolero vio cómo la oportunidad de tener otro títere se le escapaba de las manos. ¡Qué acuda donde su mentor, el presidente Castro!, (cambio el "señor" por "presidente" la historia detrás de este personaje así lo amerita), él sabe de conquistas frustradas, en Chile se lo enseñamos bien, pero costó caro el paseito que hizo durante un mes por nuestro país porque tuvimos que lamentar los muertos de uno y otro lado.
Ahora los ojos del titiritero venezolano se pondrán en México, al parecer está creciendo otro liderazgo mesiánicos, populista y embaucador. López Obrero lleva la delantera para las elecciones presidenciales en México.

martes, junio 27, 2006

Comunidad, permiso para meterse en el pellejo de los demás.

Me atrevería a decir que gran parte de los fracasos en las relaciones matrimoniales se debe a la poca capacidad que tiene la pareja para ponerse en el lugar del otro. Esto es, saber qué es lo que le hubiese gustado, lo que pensaría de esto y aquello, lo que le gustaría que sucediera etc. Anticiparse para provocar una alegría o evitar un reproche. Pero este ejercicio que debe ir precedido de amor, consideración y respeto a los demás, no sólo escasea en las relaciones de pareja, sino que también en el ámbito de la amistad, el marco laboral, educacional, en la relación padres e hijos y, en general, en cualquier grupo humano unido por estos valores. Sería ambicioso de mi parte hablar de las causas sociológicas o psicológicas de este fenómeno, pero a lo menos se percibe en la sociedad un individualismo extremo que no distingue familia, amigos ni lealtad.
Hace 9 años tengo una comunidad de vida cristiana y como jóvenes nos ha tocado escuchar en los medios de comunicación, la universidad y en las reuniones de amigos, el típico discurso postmodernista que sólo legitima lo que produce utilidades personales y ojalá el menor esfuerzo posible. Si seguimos juntos es porque nos hemos permitido meternos en el pellejo de los demás. Dejar atrás el orgullo y la sobervia para dejar que nos ayuden y compartir lo que nos pasa. No es fácil. Es un ejercicio que requiere constancia y preparación. Por eso mi deseo es que, como comunidad, no olvidemos las cláusulas de ese contrato implícito que firmamos hace tanto tiempo y que nos permitía compartir las penas, los fracasos y la soledad... la vida.

lunes, junio 26, 2006

Tenis, también puede ser popular

Ayer hacía un merecido reconocimiento al fútbol por su capacidad de convocatoria y porque es capaz de provocar una sonrisa en miles de personas que viven en la miseria, el hambre y rodeadas de temores. Hoy quisiera hablar del tenis, que no tendrá tantos seguidores como aquél, pero es un deporte que se ha esforzado por ampliar su cobertura y con un relativo éxito. Ya no es un deporte de elite, perfectamente podemos observar canchas en poblaciones sencillas y en colegios públicos. El mérito hay que dárselo a la Asociación del Tenis Profesional (ATP), que con bastante visión, ha permitido que los partidos sean más cortos ( a través del tie-break) para que puedan ser transmitidos por televisión y ha dado facilidades para que países menos desarrollados puedan convertirse en sede de un torneo ATP. Como consecuencia de esto, el interés y la demanda han aumentado lo que ha permtito que las raquetas y pelotas tengan precios al alcance de todos los bolsillos. En Chile hay que sumar el fenómeno Marcelo Ríos, que motivó a ricos y pobres a tomar la raqueta y pasar la pelota al otro lado de la red como lo hacía el Chino. Tengo la impresión que un deporte pasa a ocupar un rango superior en el desarrollo de una sociedad cuando, además de ayudar en la salud y en lo recreativo, permite que las diferencia sociales desaparezcan aunque sea por unos instantes. Me atrevería a decir que el tenis va trás ese objetivo.

domingo, junio 25, 2006

El mundial y un sueño de igualdad

El mundial de fútbol tiene el poder de reunir a millones de personas en torno al balón. Y también tiene la magia para transportarnos a un sueño de igualdad entre los pueblos. Hoy vemos a Ecuador e Inglaterra jugando de igual a igual, hemos presenciado encuentros de Ghana, Costa de Marfil, Paraguay, Costa Rica y otros país del tercer mundo, jugando con potencias del G-8 y países emergentes. ¿Acaso hemos visto dentro de las estadísticas que entregan los comentaristas, el ingreso percápita, los índices de pobreza o la estabilidad política de estas naciones. Es como si todo esto pasara a un segundo plano. Así son los sueños, parecen reales y duran sólo un momento. No soy un fanático del balón-pie, pero si es capaz de poner una sonrisa en el rostro de los más pobres del mundo, entonces bien vale incarse ante el rey de los deportes, la pasión de multitudes.