martes, enero 11, 2011

No haga que nos sintamos más alejados de usted y de Chile


Estimado Presidente:

Tengo el honor de trabajar para el Gobierno de Chile, pero antes que chileno soy magallánico y si hoy tuviera los recursos para tomar un avión y viajar a mi tierra, me uniría al paro indefinido e izaría una bandera negra en mi casa.

Somos una región donde no viven muchas personas, estamos ubicados en el fin del mundo y siempre hemos trabajado mucho para cooperar con todo lo que la autoridad central nos ha requerido. Sin hacer mucho ruido, nos enfrentamos día a día al frío, el viento, la nieve, el aislamiento y gracias al amor por nuestra región, hemos construido nuestra propia identidad, la que nos ha ayudado a mirar con cariño una tierra que a veces pareciera querer expulsarnos.

En la segunda vuelta presidencial, nuestra región confió en usted como nunca antes Magallanes lo había hecho por un candidato de derecha. De alguna forma quisimos expresar nuestro malestar, nuestras necesidades y nuestras esperanzas y confiamos en usted y su proyecto político para que nos apoyara y nos ayudara a sentirnos más chilenos y más queridos. Confiamos en que usted podría darnos ese empujoncito que necesitamos para seguir creciendo y sintiendo que vivir en Magallanes continúa siendo una gran oportunidad para el desarrollo de nuestras familias e hijos.

El subsidio al gas es uno de los pocos beneficios que tenemos y usted ahora desea terminarlo. Para un simple periodista como yo, es fácil darse cuenta que tras esta medida se esconde la quiebra de Enap, producto de su desastrosa administración y que la defensa que el Gobierno realiza al decir que es necesario cuidar el consumo del gas, al ser un recursos no renovable, es el argumento políticamente correcto para imponer una medida netamente economisista e impopular.

Estimado Presidente, si desea salvar Enap, lo entiendo; si estima que es necesario que lleguen más inversiones a la región, también lo entiendo, pero por favor, no lo haga a costa de las familias. Siempre hemos trabajado y entregado muchos recursos para el “norte” y pocas veces hemos pedido algo a cambio. No haga que nos sintamos más alejados de usted y de Chile.

Entiendo que frente al Gobierno será difícil ganar este conflicto, pero por lo menos queremos que sepa, que a pesar de ser tan pocos y estar tan lejos, haremos que sus asesores ponga un poco más de cuidado cuando se trate de aplicar alguna medida que afecte a la República Independiente de Magallanes

domingo, enero 09, 2011

Lo único que les pedíamos era mantenerlos con vida

Los resultados de las primeras indagaciones del fiscal Alejandro Peña en el caso del incendio de la Cárcel de San Miguel señalan una realidad inaceptable: los gendarmes no cumplieron con su misión más esencial, custodiar a los reclusos dentro del recinto penitenciario.

Hace tiempo que Gendarmería no está a la altura de la tarea que se les ha encomendado. Es un rumor que todos ocultan y nadie se atreve a mencionar por su nombre. Gendarmería requiere una cirugía mayor, especialmente en el proceso de reclutamiento y formación de su personal.

Muchas de las personas que están ingresando a dicha institución no tienen el perfil psicológico adecuado y, al juzgar por las noticias, tampoco reciben la formación técnica apropiada. Pero más grave aún es la sensación de que tampoco son formados en el ámbito de los criterios mínimos para cumplir con su deber. Ellos, más que nadie, deben evitar confundir una conducta delictual con una que no lo es, no pueden adoptar acciones de riesgo, no pueden cerrar los ojos cuando están de guardia, no pueden ir al almacén de la esquina y comprar un par de tragos para acortar la noche y divertirse, y menos aún pueden servir de nexos con los delincuentes del exterior.

Precisamente porque son pocos y porque la realidad carcelaria chilena está en crisis, nuestros gendarmes deben ser los mejores, bien adiestrados, en lo físico, pero también en lo mental. Conviven día a día con las tentaciones de los propios reclusos que disfrazan de amistad y camaradería sus intensiones para ablandar la vigilancia hasta conseguir la complicidad de sus propios cuidadores. Observan y combaten con los malos tratos, rencillas entre los internos, la tristeza de las familias, indisciplina y, en general, las decadentes estructuras penitenciarias que tampoco ayudan a un mejor desempeño.

Los gendarmes cumplen además con otro deber muy importante: mantener con vida a los reclusos, resguardando con ello, la oportunidad para que algún día puedan rehabilitarse, reinsertarse en la sociedad y regresar junto a sus familias.

Por eso es que la conducta de los gendarmes de San Miguel es tan reprochable. Porque pensaron que el valor humano de las personas que estaban resguardando era tan insignificante que bien podían permitirse comprar unos tragos en el negocio de la esquina.

miércoles, enero 05, 2011

La saludo, su majestad reina Beatriz

La bandera azul y amarillo que tanto caracteriza a los magallánicos, cobra hoy más legitimidad que nunca, porque de alguna manera el atropello que sentimos por el tema del gas, lo hemos sentido a lo largo de nuestra historia regional.

En Magallanes existe la historia colectiva de que si las naves holandesas hubiesen arrivado antes que Hernando de Magallanes al Estrecho el año 1521, hoy estaríamos escribiendo una historia muy distinta. Seríamos una colonia europea, con un percápita sobre los 40 mil dólares, miembros de la Comunidad Europea y más de alguna garantía para visitar el Viejo Continente varias veces al año, haciendo casi imperceptible la distancia sideral que nos separa de las grandes ciudades.

Por el contrario, la primera bandera que flameó a la orilla del Estrecho fue la Chilena y, como consecuencia, nos ha tocado seguir la suerte de nuestro país, con todas las limitaciones que esto ha significado y que pocas veces ha implicado alguna garantía para los ciudadanos comunes y corrientes de la región.

Jamás hemos recibido apoyos importantes en temas de trasporte, educación, salud, alimentación, vestuario. El país entero ha asumido que la riqueza de la región es tan inmensa que no hace falta ayudarnos más y que todos los habitantes son estancieros millonarios que no requieren subsidio alguno. Sin embargo, no hace falta ser muy inteligente para darse cuenta que ésta no es la realidad y que el aumento del 20% en el valor del gas tendrá graves consecuencias para cientos de familias de clase media y más vulnerables.

Cada vez que viajo a mi región, persivo con mucha tristeza que son más los magallánicos que añoran abandonar la región y gozar de los beneficios que tiene el resto de Chile. Los estudiantes universitarios viajan a otras regiones, los jubilados reúnen sus pesos y parten a la V región, los médicos, abogados e ingenieros se fijan en los mercados laborales del “norte” y hasta el magallánico de corazón, aquél que valoraba la tranquilidad como un bien insustituible, ahora también mira con algo de envidia a los nortinos.

En días como estos, en que pareciera que a nuestras autoridades se les olvida mirar el mapa y reconocer la compleja realidad magallánica, con gusto haría una reverencia a la reina Beatriz de Holanda.