viernes, febrero 13, 2009

El tata....las cosas que dice.

Cada vez que escucho las entrevistas del tata caribeño, no dejo de sorprenderme de la simbiosis que existe entre él y Chávez. Las mismas malas contumbres, poco tino diplomático, aires de grandeza y un liderazgo añejo que les hace creer que tienen el derecho de guiar procesos fraternos de encuentro y hegemonía política entre las naciones latinoamericas. Aires meseánicos y de intelectualidad, maestros de la historia de los pueblos y representantes del sentir más profundo de la gente más humilde. Cuando en realidad, con suerte tienen el apoyo de la mitad de sus ciudadanos y son el hazme reír del mundo, el florerito global que siempre llama la atención, la piedra en el camino de muchos, el retrógrado y resentido político que no come ni deja comer, el vecino al que nadie quiere hablar y que sólo se reúne con los que ha logrado convencer con su labia o dinero ( tan desagradables como él).

A los abuelos, por lo que representan y significaron en nuestras vidas, se les perdona todo. Ya no saben lo que dicen, se acuerdan del pasado y lo comentan como si fuera hoy, cambian nombres, dicen cosas sin mayor tino y todo, todo se les perdona. Acaban de salir a la luz pública los comentarios que hizo Fidel Castro sobre la Guerra del Pacífico:" La Guerra del Pacífico fue una humillación histórica para Bolivia", "La oligarquía chilena que arrebató a Bolivia la costa marítima que le daba amplio acceso al Océano Pacífico", "Privaron a ese país, de origen auténticamente americano, sobre todo aimaras y quechuas, de extensos territorios muy ricos en cobre que constituían la mayor reserva del mundo". Estas frases, según el mismo Fidel comenta, se las dijo personalmente a la Presidenta Bachelet en su entrevista del día de ayer.

Esto muestra la falta de respeto hacia una Presidenta que lo visita por nostalgia más que por interés político, una señora distinguida, verdadera líder, madura en lo político y también de corazón, sin resentimientos, que perdona y que no pone sus interes por sobre los de su pueblo. El abuelito en cambio, le restriega en la cara, como si le hiciera un favor, hechos zanjados jurídicamente hace más de 100 años entre dos naciones, hechos que tienen causas que él debe conocer, pero no recuerda y, además, pretende darle lecciones de cómo convivir con sus vecinos, cuando él, los pocos amigos que tuvo , los perdió y, los que tiene hoy, lo acompañan por pena.

Quizás cuántas tonteras más le habrá dicho el tata a nuestra Presidenta, cosas que seguramente ella guardará en lo más profundo de su memoria para no perjudicar más la imagen del anciano comunista, que podrá olvidar su nombre y el del país que lideró, pero que jamás podrá olvidar la mala costumbre de entrometerse en asuntos donde no ha sido convidado.

jueves, febrero 05, 2009

¿Por qué lloras papá?


La madrugada del domingo encendí la tele, esperaba ver la final del Abierto de Australia, en vez de eso, vi un espectáculo que me sorprendió. Vi el llanto de un campeón en medio de 15 mil personas que repletaban el Rod Laver Arena de Melbourne. Lloraba descontrolado, avergonzado y rabioso. Traté de pensar qué es lo que le había pasado al otrora estoico tenista suizo. Seguro recibió una mala noticia justo cuando jugaba la final, algún accidente, algún familiar o amigo que habia pasado a mejor vida, alguna enfermedad, su retiro anticipado, en fin, esos hechos que superan hasta al más fuerte de los corazones y los destruye más fácil que al papel. Para mi sorpresa no era nada de eso. Mas bien, el joven Rafa le había arrebatado de sus manos otro record que él consideraba prácticamente suyo. Nuevamente el infante español le había pegado una bofetada y lo había arrastrado hacia la realidad, diciéndole con ello que ya no es el mejor. Así pasó con Wimbledon, Roland Garros y los Juegos Olímpicos.

Es cierto, Federer quería alcanzar el record de Sampras al obtener su Grand Slam N°14 y eso bien merece algunas ténues lágrimas de impotencia y frustración. Pero yo tengo otra teoría. Federer lloró de rabia. Rabia porque está cansado de que el mismo niño le siga poniendo el pié encima cuando quiere, en los torneos más importantes, diciéndole al resto que sí es posible vencerlo, poniendo de manifiesto que el físico es superior a la buena técnica. Rabia porque su impotencia es tal que Nadal no sólo le afecta en lo tenístico, sino que también en el ámbito psicológico; provocando que ingrese a la cancha nervisioso, asustado y poco optimista, tal como le sucede a los segundones con los grandes jugadores. Está cansado de no ser el rey, no obstante merecérselo.

Las lágrimas de Federer sólo las entienden los deportistas, los que se han dedicado por largo tiempo a jugar en un club, en su empresa o colegio, donde ha compartido con archirivales a los que siempre han tenido que enfrentar. Son esas piedras del camino que uno quisiera que no existieran, porque de ser así, nosotros seríamos los mejores, los campeones, nosotros estaríamos recibiendo los premios, los aplausos y los cheques.

Tal como un niño cuando ve llorar a sus padres, Nadal miraba a Federer sin entender qué sucedía. A veces los padres lloran por cansancio, por aburrimiento y los hijos pequeños no sabrán jamás que esas lágrimas eran por ellos. Esa mirada tenía Nadal. La del niño inocente que no tiene idea de nada, pero que por instinto abraza al papá para consolarlo.