martes, octubre 09, 2012

Ojalá que también marchen a votar



El Instituto Nacional de la Juventud (Injuv) dio a conocer una gran noticia. En 119 comunas del país, los jóvenes que podrían sufragar gracias al voto voluntario, superarían en número la votación que sacó el actual alcalde, señal clara para entender los cambios concretos que podrían generar en el ámbito político y, a partir de ahí, en el ámbito social.

Aquellos que piensan que los cambios se producen desde la calle están muy equivocados.  Lo cierto es que ése es un primero paso, pero el verdadero botón de cambio se aprieta sufragando.  Y si me apuran, diría que comienza antes, con la búsqueda de un líder que represente sus ideas, con el trabajo reflexivo para construir un programa, para luego continuar con la difusión de las ideas y la conquista de más adherentes.  Llega el momento en que la demanda no puede ser etérea, sino que debe tener un rostro, una ruta, un itinerario.  Los cambios y derechos pueden gritarse en las calles, pero sin responsabilidad y organización son meros aullidos que se lleva el viento.

Por imperfectas que sean las democracias y sobre todo en sociedades como la nuestra, con tradición legalista y procedimental, las marchas en la calles, por multitudinarias que sean, no generan cambios si no van acompañadas de un proyecto, un partido y un líder.  Esta es una estructura que los jóvenes aún no reconocen, ya sea por ignorancia, resentimiento o porque están defraudados.

Vivir en democracia y mantenerla no es fácil. Cualquiera de sus pilares tendrá que trabajar y muy duro.  Ya sea el gobierno, la oposición o los movimientos sociales, todos deberán hacer algo más que vociferar sus logros o demandas para cumplir con sus objetivos 

Qué duda cabe que los jóvenes hicieron también democracia marchando en las calles.  Pero democracia también es pensar, reflexionar, analizar alternativas, pensar desde el otro y no solamente verse el ombligo.  Es convencer, pero también ceder y reconocer parte de la verdad en el oponente.  Pero sobre todo, es trabajo y más trabajo. 

De cara a las elecciones municipales y frente a la gran oportunidad de aumentar la participación a través de la inscripción automática y voto voluntario, surgen algunas preguntas, ¿Están preparados los jóvenes para seguir apoyando sus demandas ahora en el plano político?  ¿estarán conscientes que el trabajo aún no termina?  ¿dejarán huérfanas a sus demandas por flojera y falta de organización? ¿tendrán presente que el llamado que han hecho algunos jóvenes a no votar es un disparo en los pies? ¿habrán entendido que el trabajo de exigir un derecho es más que gritar? ¿Estarán conscientes que nadie va a tomar su bandera si no son ellos mismos?  ¿Estarán esperando que sean sus padres los que voten por ellos?

Las encuestas más optimistas señalan que votarán cerca de 1 millón de jóvenes menores de 29 años, de los 3 millones con derecho a sufragar.  Pésima señal, si lo que esperan es modificar el sistema político.  Ojalá estos pronósticos estén equivocados.

Estos comicios municipales no sólo serán una prueba para medir fuerzas entre gobierno y oposición, sino que también para ver qué tan comprometidos están los jóvenes con su país y con sus propias demandas. 
Marchar no fue gratis.  No lo digo por las clases que tuvieron que recuperar, sino porque el domingo 28 de octubre los jóvenes serán los invitados principales de nuestra fiesta cívica y todos esperamos que su participación esté a la altura.