jueves, febrero 21, 2008

Isla museo

Fidel Castro avisa que no va aceptar nuevamente el cargo de Presidente del Consejo de Estado de Cuba, como si los isleños y el resto del mundo exigiera a gritos su perpetua autoridad. Señor Castro: le agradecemos profundamente su humilde actitud con sus conciudadanos, el mundo y con usted mismo. Se lo agradece la mayoría oculta, silenciosa e intimidada de su país, que añora la posibilidad de integrarse el mundo globalizado que, con sus pro y contras, será siempre mejor que lo que usted puede ofrecerles. Se lo agradece también el mundo, porque el atropello de las libertades y derechos humanos agota e injuria a todos los hombres y mujeres sobre esta tierra y porque es vergonzoso ver la manera en que engaña a su pueblo con sus pensamientos somnolientos de comunismo, idealismos esclavizantes y discursos victimizantes de un sistema que nos los entiende ni acepta. Se lo agradece de igual manera su mismo cuerpo, el que pide a gritos descanso, tranquilidad y cuidado; porque hasta los más poderosos reyes, emperadores y tiranos tienen un tiempo de vida útil y la de usted señor Castro, con todo respeto, ya se terminó.

Quédese en su residencia, descanse y lea mucho. Tome todos sus remedios y haga caso a sus doctores y su hermano Raúl y por favor…deje gobernar a sus muchachos, aquellos a los que usted tan bien adoctrinó. Tampoco haga tal de hablar por radio, mandar cartas a los diarios ni salir en programas de televisión, como lo hace su amigo del alma allá en Venezuela. Le propongo un trabajo, acorde a su historia, inteligencia y su virtud de orador y motivador. Hagamos de su isla un museo. Una estructura gigantesca que guarde los mejores recuerdos de un estilo de vida caduco y fracasado. Un lugar reservado para las generaciones futuras, para que aprendan lo que nunca debió hacerse para organizar una sociedad. Imaginemos que el mundo se ha puesto de acuerdo para perpetuar en su isla los palacios, ministerios, plazas y estatuas, así como se han cuidado celosamente monumentos del horror como Auschwitz, Hiroshima, Chernovil y las catacumbas romanas. ¡Qué privilegio sería tener al mismísimo creador de aquella obra política y social explicando y mostrando cada rincón de este museo. ¿Qué le parece don Fidel?

Dicen que jubilar afecta la mente de las personas que han trabajado toda su vida, , las deprime, las atonta y lo que es peor, provoca el olvido. ¡Usted trabajó tanto!: viajó por muchos países tratando de contagiar su ideología, encaró valientemente a los EEUU, persiguió a los disidentes, reordenó su casa luego de que sus amigos de la URSS lo abandonaran, etc, etc. No existe sistema previsional en el mundo que pueda recompensar con justicia todo su trabajo.

Por eso don Fidel, acepte esta propuesta, descanse y déjenos descansar.

lunes, febrero 18, 2008

Esta no noche no sonará el 061-215482

Acabo de llamar a mi casa. Nadie contesta. Llamo al celular de mi papá y tampoco. Por un momento sentí ese vacío y soledad que todo hijo debe experimentar cuando los padres parten al encuentro con Dios. Hablo con ellos todos los días del año, en la mañana, en la tarde, en la noche, no hay hora determinada. Mi mamá recibe una llamada perdida en el teléfono y cree que soy yo, pidiéndole que me llamen. Rezagos de mi época de estudiante pobre y con pocas lucas. Pero ella igual me llama por si acaso. Mi papá me llama en las mañanas mientras trabaja y ambos me llaman tipo 9 ó 10 de la noche para ver cómo estuvo mi día. Los tres mil kilómetros que separan esta ciudad de mi querida Punta Arenas no han tenido fuerzas suficientes para aminorar la comunicación con mis viejos. Ni la edad que tengo (25 ñejejej), ni mi independencia económica, ni mis pasatiempos, ni la vorágine Santiaguina han podido con este rito familiar. Así son los buenos equipos…cuesta desintegrarlos.

A las 21.00 horas aterriza el avión que trae a mis papás a mi casa y ese vacío que por un momento sentí se acaba de transformar en un lleno total. He tratado de construir en mi guarida de Vergara 559 una pequeña Punta Arenas. Espero que a los dos supervisores que vienen volando les guste el trabajo realizado. Después de todo, a qué papá no le gusta saber cómo está viviendo su hijo.

Como pocas veces en el año, esta noche no sonará el teléfono con el 061-215482, no será necesario. Los tendré muy cerca.

jueves, febrero 14, 2008

El comienzo de la despedida de Guga

Cuando uno es tan fanático de algún deporte y ha seguido la carrera de muchos de sus protagonistas, siente los triunfos y los fracasos como propios. Las lesiones, los puntos desperdiciados, las derrotas tempranas o los triunfos inesperados provocan en el fiel seguidor ofuscaciones, nerviosismo y orgullo tal como si fuéramos los afectados. Tuve la fortuna de participar en un modesto circuito de tenis en mi Residencia Universitaria durante cinco años. Guardando las proporciones correspondientes, debo reconocer que supe lo que significa disfrutar de un deporte y hacerlo parte de tu vida, entendí que los términos pasión, responsabilidad, esfuerzo y estrategia, no sólo se aplican en el trabajo, sino que también en TU deporte. Recuerdo la adrenalina al entrar en la cancha y saber que me enfrentaría con un jugador mejor que yo. Vienen a mi mente esos momentos en que empezaba un campeonato y pensaba que debía jugar con tres o cuatro más para poder ganar el campeonato y, por supuesto, tengo muy presente aquellos partidos que debí ganar frente a rivales más débiles y que perdí por flojo y desmotivado. Y todavía siento impotencia al recordar los retiros forzados de nuestro pequeño tour por parte de varios jugadores. Naturalmente cuando expulsaban a alguien de la Residencia debía retirarse del tenis.

Ayer jugó su último partido en Brasil el maestro Gustavo Kuerten. Sus problemas físicos no le permitieron continuar con su carrera. Nosotros los chilenos ya conocemos esta historia. Se va un amigo. Nunca lo conocí, nunca pude jugar con él. Tampoco fue mi jugador favorito, pero jugó tenis y en algún momento del espacio-tiempo compartimos sentimientos similares al tomar la raqueta y golpear la pelota. El nivel de juego que consiguen estos atletas es grosero. Rinden un 110% y el cuerpo les pasa la cuenta. Por eso es que cuando sólo pueden jugar en un 80% para ellos ya no es tenis, es otra cosa. Nadie está dispuesto a caminar de la mano con una mujer distinta a la pareja con la cual se casó. Por eso es que cuando el Chino Ríos dijo que dejaría de jugar porque no se sentía bien, yo le creí. Y cuando se retiraba de los partidos por su columna (es verdad, echaba mil y una chuchadas), pero igual le creía.

Con el tiempo he tenido que modificar mi juego. Cuando era más joven, fui conocido por mi juego saque y red. Hoy llego tarde o no llego a la red y me he visto obligado a mejorar mi juego de fondo y aumentar la potencia de mi servicio para ganar partidos. La vida es así. Que el codo, que la rodilla, que los calambres, en fin.

Soy un humilde aficionado que vive soñando que está en el mejor de los torneos jugando con los mejores tenistas del mundo, así y todo llego a mi departamento rabioso cuando me toca perder. Me imagino que para un ídolo como Gustavo Kuerten esta despedida deber ser penosa, lamentable, no deseada. "No es que no quiera realmente jugar, hasta les pido disculpas, pero es que realmente no consigo jugar más”. Con estas palabras dijo adiós Kuerten, luego de perder en primera ronda en el Torneo Costa do Sauipe en Brasil.

No te preocupes amigo, te entendemos. Gracias por tu caballerosidad, por tu juego, tu revés, tu triple campeonato en Roland Garros, por llevar la bandera latinoamericana alrededor del mundo. Discúlpanos tú a nosotros por nuestro egoísmo. Quisiéramos verte jugar mucho tiempo más. Has elegido un par de torneos de despedida para este año, estoy seguro que serás homenajeado como te mereces. Desde la distancia y a través de aquellos pequeños segundos que pudimos haber estado conectados a través de la cancha, me pongo de pié y te digo adiós y gracias.

lunes, febrero 11, 2008

Zapatos de la vergüenza

Me habían contado algo del Emporio de la Rosa, de sus ricos helados y del buen estilo de su entorno. Efectivamente,no es precisamente el lugar donde los esforzados obreros de la construcción ni las nanas del barrio alto se sentarían a disfrutar un café. Mas bien es un espacio delicado, esencialmente público por su ubicación y el último lugar que yo buscaría para una cita secreta. En el par de horas que estuve en este lugar, vi ejecutivos, abuelitas distinguidas, mujeres modernas, jóvenes románticos, pero también muchos homosexuales residentes del barrio, pelolais de vacaciones y algunos poquemones más refinados. Un lugar muy heterogéneo.

Llegué a esta reunión, convocado por una gran amiga, una morenaza ( con todo respeto), una diva que ocasionó la envidia de mis compañeros ruccanos allá por los años 1995 y siguientes. Psicóloga, distinguida y con melena, por lo tanto, coqueta, valiente y audaz, ( según mi teoría). Poseedora además de otro atributo que la marca como aquellas mujeres que no pasan desapercibidas. No lo menciono expresamente porque no es mi estilo, pero tampoco lo puedo omitir porque sería faltar a las normas básicas de observación de todo periodista. El que sabe sabe y el que no, tendrá que imaginárselo.

De todos los admiradores que ella tuvo cuando éramos estudiantes, hubo dos que fueron los presidentes de su fansclub. Ambos estábamos sentados en esa pequeña mesa. Un chocolate caliente, un jugo natural, un trozo de torta, un pancito con jamón y queso. En ese sentido parece que nada había cambiado mucho, seguíamos tan sanos como siempre. Ni un cigarro, ni una chelita. Fue una conversación sincera, bien guiada por nuestra anfitriona. Un recuento sincero de nuestras historias, nuestras alegrías, nuestros fracasos. Esas charlas que dejan una tranquilidad en el corazón y que sólo pueden darse con la madurez que da el tiempo, donde aquello que nos provocó desencuentros, hoy nos puede causar risa, donde aquello que nos distanció, hoy nos permite sentirnos más cercanos.

Llegué a este encuentro cojeando. Tengo la mala costumbre de comprarme zapatos baratos y de mala calidad. Prácticamente la planta de mi pié caminaba sobre la misma suela. Qué vergüenza. Si mi madre supiera me castigaría por apretado. Mi caminar al Emporio de la Rosa me recordó mucho a las mandas que suelen hacer a Lo Vásquez, donde para llegar hay que sufrir. Y como toda manda termina en una oración, entonces hice algunas. Una por mi amigo, para que la vida le entregue otra oportunidad de amar. La otra, para que la anfitriona consolide una relación que se vislumbra del todo positiva . Por último, pedí fuerzas para poder volver a mi casa y hacerme la idea de tener que gastar 40 lucas en un par de zapatos. ¡Qué desdicha!

jueves, febrero 07, 2008

El café de la ironía

En febrero del año pasado recibí la visita de mi hermano. Naturalmente lo incluí en mis pasatiempos de fin de semana, entre los cuales está el tomar un rico cafecito con torta. En aquella oportunidad salimos junto a dos grandes amigos y fuimos al Parque Arauco a servirnos una once al mejor lugar que hay para estos efectos. Pasta e Basta, es sencillamente genial, increíble y monumental. Sabores y tamaños que sólo se encuentran en ese lugar.

Mi hermano coincidió con un amigo de Punta Arenas al cual también invitamos. Nos sentamos, entusiasmadísimos, tomamos la carta, abrimos la página de las tortas y todo quedó en silencio, estábamos extasiados con lo que veíamos, cada torta era un mundo diferente. Y por Dios, pronto tendríamos a una de ellas frente a nuestras narices.

Inocentes, casi perdidos con nuestra exitación, nos olvidamos de nuestros invitados. De pronto sentimos un gran peso sobre nuestros rostros. Esas miradas que pueden tocarte por lo densas. Ojos desorbitados, incómodos e incrédulos. De repente, sentí una voz en mi interior, eso que sucede sólo cuando hay una conexión especial con las personas. Era mi hermano que me decía: No lo puedo creer, qué están haciendo de sus vidas, qué hicieron en esa famosa rucc, que ahora se dedican a tomar cafecito por las tardes de fin de semana. Por supuesto, en realidad no me dijo eso, pero pude leerlo en su fuero interno. Me dijo, en cambio, muy diplomáticamente: nosotros preferimos ir a tomar una cerveza, nos juntamos más rato. Luego de eso, carcajadas, tallas e ironías.

Otro de mis lugares favoritos para tomar café con torta es el Villarreal, un local centenario ubicado en Providencia. En él suelo encontrarme con las fundadoras y miembros de la directiva de la también legendaria institución, Cema Chile, arrugaditas, pero dignas, jorovaditas, pero rubias, pechoñas, pero independientes, pinochetistas con plata y con recuerdos imborrables de su juventud.

Para la próxima vez que venga mi hermano, he decidido llevarlo vendado, sentarlo y amarrarlo a la silla. He decidido someterlo a un sacrificio sobrehumano. Le sacaré la venda de los ojos y le diré: tenís que respetar a tu hermano y hoy compartirás una once con tortita aquí en este lugar. He dicho.