jueves, marzo 13, 2008

El pecado de ser "weno pa la pelota"

Los vándalos están en todas partes. Se mueven en todos los estratos sociales, no tienen límites en sus acciones y se esconden como los cobardes entre la masa. Se encargan de hacer noticia y salir en los periódicos extranjeros tal como si fueran los delincuentes más buscados en la tierra. Nunca dan la cara, expresan su malestar a través de la violencia y avergüenzan hasta al más apático de los compatriotas.

Alexis Sánchez es aclamado en Argentina como una de las promesas juveniles del fútbol, es contratado para realizar comerciales, aplaudido y ovacionado por miles de personas en los estadios. Este mismo jugador pone un pie en un estadio chileno, viste una camiseta extranjera por ser "weno pa la pelota" y ya es merecedor del peor de los abucheos, es blanco de un sin número de proyectiles y debe ser retirado de la cacha con Carabineros. ¿No será demasiada violencia para un simple deporte y un jugador que tuvo la desgracia de no tener un buen día justo cuando sus compatriotas querían apreciar su talento?

Dicen que la violencia es un síntoma de stress, falta de oportunidades, falta de cariño, soledad, resentimiento, energías acumuladas, todas ellas teorías muy respetables y dignas de atención, pero ¿hasta cuándo seguimos soportando la cultura que estos vándalos quieren imponernos? No dejemos que la violencia se expanda como una epidemia, pongamos un límite a las conductas antisociales y empecemos por casa. Es cierto, todos tenemos días que quisiéramos olvidar, donde pareciera que todo se ha confabulado en nuestra contra. Nadie nos saluda, nos retan y las personas que queremos no nos llaman. La invitación es a no tirar una silla cada vez que las cosas no resultan, mejor coloquemos la silla en una mesa, tomemos un rico café mirando la TV o leyendo un libro y respiremos profundo. Nadie merece recibir un tomate podrido en la cabeza y menos un adolescente que recién empieza a jugar el fútbol, con todo un futuro por delante y seguro protagonista de jugadas y goles que estaremos celebrando en Plaza Italia.

Si lo hemos hecho antes, ahora también.

Es cierto que marzo es un mes complejo. No hace falta repetir la cantidad de gastos y responsabilidades que trae aparejado. Los medios de comunicación, las instituciones financieras, los spots publicitarios, las municipalidades y colegios se encargan de hacernos recuerdo del “peso” que cae sobre nuestras espaldas durante este mes, a través de un vendaval de información que nos va ahogando a partir del mes de febrero hasta saturarnos por completo durante la primera quincena de abril.

Pero, ¿Nos hemos preguntado cuántas veces hemos salido airosos de marzo. El coraje e inteligencia que hemos tenido para enfrentar los gastos, o la capacidad de organización y administración que hemos desarrollado para salvar todos y cada uno de nuestras cargas económicas y laborales?. Es probable que no. Cedemos frente al mensaje negativo, desesperanzador y deshumanizante de los que manejan la información.

La invitación es a mirar con optimismo y alegría este mes. No porque queramos tapar con un dedo una realidad innegable, sino porque la llegada de marzo tiene también su encanto. Los frutos del esfuerzo suelen ser tan evidentes y normales que a veces nos los apreciamos. Nuestros niños y jóvenes entran al colegio y tienen el privilegio de recibir una buena educación. Podemos gozar de la tranquilidad de tener un trabajo y en él iniciamos nuevos desafíos. En la medida que hemos sembrado buenas relaciones sociales, podremos descubrir que reencontrarse con los compañeros de trabajo, amigos y familia abre otro espacio de optimismo que habíamos congelado durante marzo. Por último, sintámonos tranquilos y orgullosos de nuestro esfuerzo, porque así como hemos sacado adelante otros “marzos” este no será una excepción. Mantengamos nuestra voluntad firme de ver la vida con optimismo y luchemos contra los que hacen del pesimismo su negocio.