
Con mucho orgullo y emoción he presenciado su infinita capacidad de ponerse en el lugar del prójimo y, a partir de ahí, ir construyendo una nación más unida y en paz. La observé el 21 de mayo en Valparaíso cantar “Los Viejos Estandartes” acompañando el paso del Ejército en el desfile. La vi también en
Presidenta, tengo el honor de trabajar para su Gobierno y me he dado cuenta que gobernar para 16 millones de habitantes tan diversos es una misión compleja, agotadora y muchas veces ingrata. Sin embargo, usted ha hecho realidad el tan conocido slogan de “ser el presidente de todos los chilenos”. Usted ha sido capaz de entonar un himno militar, habiendo perdido a su padre por culpa del mundo castrense, usted ha escrito en su discurso palabras de Jesús, siendo una mujer agnóstica. Ha acompañado y disfrutado de una fiesta religiosa popular donde se venera a una Mujer Santa, a la que usted seguramente respeta, pero no rinde honores.
A través del artículo del señor Alfredo Joignant, panelista del programa Estado Nacional y director ejecutivo de Expansiva, publicado en
Estimada Presidenta, humildemente quiero decirle una cosa. No tenga miedo. No se deje amedrentar por personas como don Alfredo Joignant. Estoy seguro que a su alrededor habrán muchos como él, que tratarán de convencerla para que no asista, que le dirán que el senador fue un personaje siniestro, que sus partidarios son conservadores herederos de las peores prácticas dictatoriales. Le dirán también que está en juego una elección presidencial y que un hecho como ése podría llevar su propio liderazgo a un poso sin fondo. Presidenta, con la misma valentía con que ha cantado un himno militar, ha participado de fiestas religiosas y a citado palabras del Evangelio, con esa misma fuerza, le pido que asista, precisamente por ser usted nuestra Presidenta y no un simple asesor o estratega político que día a día saca cuentas de los votos que se pierden o ganan.
Yo sé que usted tiene una percepción especial. Sé también que conoce mejor que sus asesores lo que realmente esperan los chilenos a partir del Bicentenario y de sus futuros líderes. Estoy seguro que su contacto con la gente la ha permeado del deseo sincero de tantos chilenos y chilenas, losmás sencillos, aquellos que no conocen mucho de historia ni de ideologías, teorías políticas ni juegos de poder. Lo sé y lo veo en muchas de sus apariciones públicas.
Presidenta, no sea líder para los retrógados y sentimentales del pasado. Para ellos ya pasó su tiempo y se siguen mirando el ombligo. Sea líder para todos aquellos jóvenes que aún no están inscritos, los que están conociendo recién la historia de nuestro país, aquellos que quieren crecer en un país reconciliado, que están esperando a un político sincero, de corazón, respetuoso, abierto al diálogo, capaz de dar la mano a su contrincante y hasta compartir sus sueños, alegrías, cantos y homenajes. Para el señor Alfredo Joignant, esto sería atentar contra la naturaleza misma de la historia de los pueblos, donde según él, las diferencias son parte del alma misma de un país.
Presidenta, la decisión no será fácil. Entiendo que usted no sólo se debe a sus convicciones personales de vida, sino que también debe responder antes los partidos que la apoyan, sus asesores, las encuestas y toda una estructura de poder que debe ser difícil de esquivar. ¡Pero vamos! yo sé que usted puede dar ese paso. Sería un gesto muy humano de su parte y temo no equivocarme al decir que la mayoría de los ciudadanos chilenos se lo agradecerán.
El señor Joignant señala que su presencia en la inauguración del memorial del senador Guzmán ayudaría a consagrarlo como una figura respetable y no como lo que realmente fue: el ideólogo de la segregación. Pero se olvida que cuando uno asiste a un funeral o a un homenaje, generalmente no se asiste para acompañar a un santo, más bien lo que se quiere es acompañar a un ser humano común y corriente, con sus aciertos y errores. Se acompaña más que nada porque el sentido común indica que algo bueno hizo por los demás, en algún momento de su vida y porque su historia fue marcada por hechos que él no eligió y que le tocó enfrentar; igual que cada uno de nosotros en nuestras vidas.
Con mucho cariño Presidenta…de un funcionario público que la admira y que le desea lo mejor.
Rolando Ritter Gallardo