
Fidel Castro avisa que no va aceptar nuevamente el cargo de Presidente del Consejo de Estado de Cuba, como si los isleños y el resto del mundo exigiera a gritos su perpetua autoridad. Señor Castro: le agradecemos profundamente su humilde actitud con sus conciudadanos, el mundo y con usted mismo. Se lo agradece la mayoría oculta, silenciosa e intimidada de su país, que añora la posibilidad de integrarse el mundo globalizado que, con sus pro y contras, será siempre mejor que lo que usted puede ofrecerles. Se lo agradece también el mundo, porque el atropello de las libertades y derechos humanos agota e injuria a todos los hombres y mujeres sobre esta tierra y porque es vergonzoso ver la manera en que engaña a su pueblo con sus pensamientos somnolientos de comunismo, idealismos esclavizantes y discursos victimizantes de un sistema que nos los entiende ni acepta. Se lo agradece de igual manera su mismo cuerpo, el que pide a gritos descanso, tranquilidad y cuidado; porque hasta los más poderosos reyes, emperadores y tiranos tienen un tiempo de vida útil y la de usted señor Castro, con todo respeto, ya se terminó.