lunes, junio 08, 2009

Un paso para adelante y otro para atrás.


En el primer semestre de este año, hemos recibido dos noticias que muestran diferentes caras de nuestra sociedad. Aquella que apuesta por la confianza y aquella que trabaja en el secretismo y la mala fe. La Ley de Transparencia y la eventual colusión de las cadenas de farmacias son un ejemplo de un paso hacia adelante y otro hacia atrás. Por un lado, el sector público realiza tremendos esfuerzos en implementar la cultura de la publicidad y, por otro lado, un grupo de privados se aprovechan de las reglas del mercado para engañar y jugar con las necesidades de las personas más humildes de nuestro país.

En el ámbito de los servicios públicos, la iniciativa evidentemente correspondía al Estado, a través del Gobierno. Dicha responsabilidad fue asumida y con la aplicación de la Ley de Transparencia hemos avanzado hacia una nueva forma de acercar el trabajo público a los ciudadanos. Sin embargo, y a pesar que el Estado también está llamado a ser el gran regulador del mercado, no es menos cierto que la sociedad civil debe asumir un rol más activo en el control del sistema económico que nos mueve. Exigir más información, crear más organizaciones ciudadanas y ejercer el derecho a la denuncia deben ser prácticas asumidas sin temor ni vergüenza.

El Chile del Bicentenario debe ser el Chile de las confianzas, de los gobiernos ciudadanos, de los Servicios públicos con puertas abiertas, de mercados competitivos, con reglas claras, justas y transparentes; un Chile donde la única “colusión” que exista sea aquella necesaria para generar el mayor bienestar posible para todos los chilenos y chilenas.

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