martes, septiembre 17, 2013

Ponernos la camiseta del 18 o la del 11


Luego de tantos perdones, arrepentimientos, cómplices pasivos y revisiones colectivas para determinar el grado de participación en el 11 de septiembre de 1973, llega en gloria y majestad el 18 de septiembre, un verdadero respiro después de esta larga y documentada mirada hacia el pasado.

Ahora, las notas de televisión reemplazarán La Moneda bombardeada por las fondas del Parque O’higgins.  Los testimonios de los protagonistas de la dictadura serán cambiados por ciudadanos señalando el lugar donde pasaran estas vacaciones.

Tanques y aviones salen de pantalla para dar paso a los autos paralizados en medio de las autopistas.  El desabastecimiento de los ’70 da paso a las notas sobre aguinaldo y el valor de la carne y la canasta dieciochera.

Las banderas partidarias son arriadas de los mástiles y se iza la bandera nacional.  Las imágenes de las Fuerzas Armadas rodeando la sede de gobierno ahora muestran la gallardía de hombres y mujeres en la parada militar.  En fin, los anticuchos, las empanadas, la cueca, el huaso, el descanso, la familia, la paz, llenan nuestros corazones y no hay dictadura ni odio que pueda contra esto.

Desde luego, estas Fiestas Patrias serán un buen negocio para muchas familias que con esfuerzo tendrán su puestito en las diferentes fondas.  Será positivo también para muchos trabajadores que podrán disfrutar de sus familias y descansar.  Serán días muy bienvenidos para todo chileno de buen corazón, que está agotado que le recuerden que su vecino apoyó el golpe o participó en la UP.   Para todos, este 18 será un buen negocio, excepto para aquellos que se encargan de administrar magistralmente la división, el rencor y el odio en nuestra sociedad.

Por eso, hagámosle aún más malo el negocio a estos individuos. Salgamos y disfrutemos de nuestras Fiestas Patrias, gocemos de nuestra comida y nuestra música.  Bailemos cueca aunque no sepamos hacerlo bien.  Digamos una paya aunque con suerte sepamos formar una rima.  Izemos nuestra bandera nacional, la única que nos representa a todos y demos un abrazo a nuestro vecino facho o comunista.   Vayamos al parque y disfrutemos al ver que nuestros niños pueden vivir tranquilos y en paz.  Caminemos con serenidad, porque aunque los empresarios digan que perdemos millones con tantos días de descanso, sabemos que como país hemos trabajado duro para regalarnos estos momentos.

Detengámonos y veamos en qué Chile nos gustaría vivir.  En el del 11 o el 18. Pensemos qué aires queremos que respiren nuestros hijos, los del odio o la alegría.  Analicemos qué noticias son buen alimento para nuestra alma nacional. Las de violencia o las de paz.  Veamos qué valores podemos rescatar de una y otra fecha y, sin olvidar la importancia de cada una, elijamos aquella por la que vamos a apostar.

Que estos días de descanso y encuentro nos permitan ver con más claridad el hermoso país en que vivimos y logremos entender que la única posibilidad de estar más unidos es ponernos la camiseta del 18 y no la del 11.




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