
Esta semana tenía un compromiso ineludible. Un encuentro con la nostalgia y el mundo imaginario de los comics. El cine ya había resucitado a Spiderman, Daredevil, Batman, Los Cuatro Fantásticos y Los X-Men. Pero esto era algo especial, era el retorno del líder de La Liga de la Justicia: Superman, el más poderoso de todos los héroes y no sé porque pero, esperaba encontrarme con una película acorde a su altura. No fue así. En lo técnico, a veces no sabía si estaba viendo al verdadero actor o una imagen digital y no me refiero sólo a las escenas de vuelo o fuerza, sino que incluso cuando aparece cortejando a Luisa o hablando con Luthor. Creo que mientras estuvo en el espacio se hizo un retoque facial, porque el superman de ahora es sencillamente perfecto, diría que demasiado. En cuando a la historia, aburrida, esperable y repetida, con excepción de una sola cosa: su hijo. Patético ver el reencuentro de Superman con Luisa Lane, a veces pensé estar viendo un musical de los 80´. Es cierto que luego de tres años tendrían muchas cosas qué contarse, pero fue patétido ver cómo el super-hombre llegaba nuevamente a buscar a la reportera a su casa y la llevaba a volar por el cielo de Metrópolis. Y Luthor...lo mismo de siempre. Esa mezcla extraña de genialidad y tontería que ya no impresionan, sino que provoca risa, porque Luthor hace tiempo que dejó de ser el archienemigo de Superman. En los cómics y en la serie de televisión de La Liga de la Justicia, el chico de Kripton lucha con enemigos de su tamaño, tanto o más poderosos que él, extraterrestres que lo ponen en jaque y es ahí donde hemos conocido los verdaderos poderes de Superman. Lex Luthor sigue siendo peligroso, pero para héroes de menor envergadura.
Por eso, si me preguntan si prefiero Superman Returns o Smallville, me quedo con la última.